¡Consejo!
Optimiza la longevidad y frescura de tus flores adoptando una rutina cuidadosa. Cambiar el agua cada dos días emerge como una práctica esencial, ya que evita la proliferación de bacterias y la descomposición de los tallos, asegurando que tus flores se mantengan vibrantes por más tiempo. Además, incorporar algunas gotas de alcohol para curar al agua de la floración puede ser un truco valioso. Este aditivo no solo actúa como un agente antibacteriano, sino que también ayuda a prevenir la formación de hongos, prolongando así la vida de tus flores y manteniendo su lozanía. Con estos simples pero efectivos cuidados, disfrutarás de un arreglo floral que deleitará tus sentidos durante un período extendido.